Les comparto una reflexión que escribí en abril del 2004. Habia quedado guardada en el tintero electrónico, esperando que llegara su tiempo. Algunas cosas han cambiado, como mi abuela que se fue en 2006, ahora también soy madre desde el 2005. Mi camino lo sigo construyendo..."Caminante no hay camino...se hace camino al andar" joan manuel serrat
"Inmigrar se puede definir en pocas palabras como llegar de un país de donde se pertenece, a otro que se desea pertenecer. Los motivos de ese movimiento son tan variados como la individualidad de las personas, pero se dan principalmente por causas economicas, afectivas, de estudios, seguridad, politicas...
Me pregunto que si en la Tierra no existieran fronteras politicas, no habria nacionalidades? Teoréticamente no, pero... existirían los gentilicios? Y en todo caso, la palabra extranjero? Probablemente sí, porque tal vez el término no tenga mucho que ver con las fronteras ni con las lejanías, sino con al lugar que sentimos que pertenecemos , un punto nuestro y conocido contra otro punto distante en el que la manera de comerse un mismo platillo es diferente y tambien la de saludarse, la de mirarse y hasta el idioma es otro. Existen también estas diferencias dentro de un mismo país, se distingue al que vive en la costa, la frontera , las montanas y el desierto.
Hace un par de días, cuando caminaba por el parque, admirando la belleza renovada de los árboles en primavera, se me ocurrió que un inmigrante es como un árbol que deseas transplantar a otro huerto. Al principio, recién transplantado tiene un aspecto desolador, aparentemente nada queda de su grandeza y la belleza que tenía en el otro huerto. El jardinero no sabe va a resultar. Todo depende de cómo el arbol asimile el nuevo clima, la intensidad del sol, la calidad del agua con la que es regado y los nutrientes del nuevo suelo. Aquí, el árbol experimenta un momento crucial: o se adapta a sus nuevas condiciones o se deja morir. Tiene un arma secreta que puede aprovechar: Lleva en sus raíces la tierra de su antiguo huerto que le dará la fuerza siempre, aunque deba anclarse en una nueva. Puede que el nuevo clima sea caótico, pero lo compensa con el agua de mayor calidad o un espacio mas grande para extender sus ramas. Tal vez deba cambiar la forma como asimila sus nutrientes, para crecer.
Cabrá decir que es más facil y tiene más probabilidad de éxito transplantar un árbol joven, pequeño que uno grande y frondoso, crecido y con frutos.
Uno es de donde nace? O es de donde se hace? O es sólo de sí mismo? Hace poco leí una frase que me pareció fascinante: “Yo soy el país donde quiero vivir”. Eso nos habla de un ser humano universal, sin fronteras. En un mundo globalizado ese sería el concepto más ad-hoc, pero no podemos dejar de enfrentar que las fronteras existen, y no solo las políticas, sino las culturales y sociales que plantean un obstáculo aún mayor.
En la distancia, el país de origen adquiere nuevas características, uno construye su idea del suyo según el propio sentimiento o método para no extrañarlo tanto (Lee a Isabel Allende -" mi país Inventado") . He escuchado a paisanos que hablan de nuestra tierra en una forma utópica e idealista y a otros de una manera tan despectiva, y hasta déspota, que me cuesta trabajo reconocer que tenemos el mismo origen.
El proceso de emigrar no es en ningún caso algo fácil de digerir. Como el árbol, hay que adaptarse a un nuevo clima y a un alimento diferente. A diferencia de él, que esta anclado, el ser humano tiene la opción , en la mayoría de los casos, de moverse a nuevos huertos o regresar al huerto de origen.
En mi caso tengo casi tres años de no vivir regularmente en Mexico. Al principio fue estar entre un huerto y otro hasta que hace casi dos años establecí, al lado de mi esposo mi residencia en Alemania. Durante este período he pasado por diferentes estados emocionales, pero sólo una vez he estado al borde de la desesperación.
Las personas que me rodean han sido una bendición y me han ayudado enormemente a acomodarme mejor en este país.
Mi propio camino aún no lo encuentro, pero empiezo a sentirme cómoda. Empiezan a gustarme la limpieza de las calles, la seguridad con la que puedo caminar en ellas, la pureza del aire, la puntualidad, el orden, el paisaje blanco en invierno y el olor de flores hasta antes desconocidas en primavera. Cuando la persona va a vivir a un país extranjero deberia ser una decisión largamente sopesada y si no lo sabemos a ciencia cierta , por lo menos tenemos una idea de lo que viene, por lo cual estamos medianamente conscientes que no sera un proceso fácil, hay que aprender un idioma, los usos y las costumbres, tener toneladas de paciencia con los demás y consigo mismo, porque las cosas normales, insignificantes que hacemos normalmente y a diario en nuestro pais, aquí cuestan triple trabajo hacerlas por el límite del idioma o por el desconocimiento de las leyes.
Estando aqui en Alemania me doy cuenta que tengo oportunidades nuevas y las voy a tomar, tengo la oportunidad de reinventarme, enriquecerme y enfrentar nuevos retos.
Naturalmente extraño tambien, tengo nostalgias, pero lo que mas echo de menos es a mi familia, la convivencia cotidiana, (esa no la da el telefono ni el internet) el desayunar con mi madre, abrazar a mi minúscula pero grandiosa abuela, y la libertad con la que me muevo en México, sin preguntar a nadie los caminos, las vias y las formas, porque las conozco como la palma de mi mano. El clima sólo lo extraño en determinadas epocas, particularmente en invierno.
Yo se que algún dia voy a regresar a vivir a México. Cuando ? Ahora es difícil decirlo. Mi esposo es bastante abierto al respecto, pero no sé si conserve esa apertura cuando se enfrente a la necesidad de trabajar y abrirse paso en un país que no tiene empleos suficientes y que los sueldos de las personas normales no alcanzarían para hacer vacaciones de ensueño en Australia.
Ahora no creo que sea el tiempo de plantearme eso. Creo que mis hijos nacerán en Alemania, aprenderán español y alemán como lengua materna y vivirán entre dos culturas, porque no tienen que elegir si pueden enriquecerse con las dos.
Ahorita es el tiempo de plantearme como puedo aprovechar mejor las ventajas que me ofrece el nuevo huerto mientras que tomo fuerza y me nutro de la tierra cálida y nutritiva de mis raíces. "
Bonita reflexión... al igual que tú siempre me he visto como un árbol... y alguna vez escribiré acerca de esa similitud entre los árboles y los humanos...
ResponderBorrarYa han pasado 5 años desde que escribiste esto... sigues pensando lo mismo? Ahora más que nunca se disfruta la seguridad en las calles alemanas, no?
Me gusta tu forma de escribir... ánimo y escribe más!!!!