Desde que ponemos el pie fuera de la cama estamos decidiendo y eligiendo un estado, un producto o una situación por encima de otra.
Qué me pongo? Qué desayuno? Café o té? Pantalon o falda? azul o negro? Auto o bici? Sandwich o quesadilla? salami o queso? coche, autobús o bicicleta? paraguas o impermeable? pelo suelto o recogido? que hago hoy de comida? me siento afuera o dentro en el restaurant? ballerinas o estilletos? periódico o radio?
En un solo día tomamos una cantidad enorme de decisiones, prevalecemos una opción sobre otras, a veces de manera conciente, otras soslayado y otras en automático, para la cantidad de informacion que procesamos, seria aburdo tomar más de treinta segundos para decidir si tomo mantequilla o margarina con el pan. Son decisiones implicitas, que van con nuestras acciones.
Hay por el contrario cosas que no podemos influír. El clima por ejemplo, por más que reneguemos no hay posibilidad alguna de influir en el clima. Por mucho que me deprima el invierno oscuro de Alemania, no existe ni la mas mínima probabilidad de que la temperatura cambie acorde a mis deseos.
Elijo muchas cosas, sin embargo hay algo que rara vez elegimos de manera consciente:la actitud con la que voy por la vida.
Somos quienes somos y estamos como y donde estamos por efecto de las decisiones que tomamos en un momento dado.
El psiquiatra austriaco Viktor Frankl, residente del campo de concentración de Auswichtz de 1942-1945 decia que todo podía serle arrebatado a un hombre, menos su libertar de elegir la actitud frente a una serie de circunstancias. El relataba en su libro "El hombre en busca de sentido " que había prisioneros que se dedicaban a proteger a otros, a dar palabras de consuelo a los afligidos y devastados por el sufrimiento, a jugar con los niños, a ayudarle a sus compañeros exhaustos por la carga de trabajo. Esas personas encontraban enmedio de esa tragedia que les tocaba vivir todos los días, una tarea que les permitía encontrar un sentido en medio de esa existencia terrible y olvidarse de sus problemas para centrarse en los demás. En sus propias palabras "Quien tenga un porqué para vivir podrá superar casi cualquier como".."Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino. Allí, siempre había ocasiones para elegir. A diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión, decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna; que determinaban si uno iba o no iba a ser el juguete de las circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad, para dejarse moldear hasta convertirse en un recluso típico. "
No hemos nacido para ser victimas, ni de las circunstancias, ni de nuestros propios hábitos e ideas propias, mucho menos de las demás personas.Rompe tus cadenas y sé libre. Si algo no nos acomoda , habrá que cambiar una de estas dos alternativas: la situacion en si o la actitud con la que nos enfrentamos a ella.
Recuerda : No he llegado a este mundo para ser victima. Yo asumo mi poder. Yo asumo mi vida, El poder esta en mi.
Un abrazo lleno de amor....
