Me estrené como mamá hace ya siete años y mi segundo regalito llegó dos años después. En mis sueños de juventud, nunca consideré la posibilidad de que mis hijos nacerían en una tierra que está a casi 14 mil kilómetros de la que a mí me vió nacer.
Tampoco pensé que pasaría mis embarazos sin los acostumbrados chuchulucos mexicanos y llegué a pensar que mi hijo nacería con cara de mole y la segunda de pozole. Me alegro que no sea así, pero al ver que al primero le estan saliendo unos dientes de maiz pozolero, sospecho que siempre sí tuvo algo que ver el antojo.
Me ha tocado vivir una situación de vida diferente al común de las personas, quienes en su mayoría se quedan en su páis de origen. Soy una mamá Mexalita = . MEXicana viviendo en ALemania, lo cual ha afectado de manera significativa mi rol como madre.
No soy cien por ciento mexicana en mi estilo de ser mamá, ni tampoco alemana, soy una combinación de ambas, trato de tomar lo mejor de ambas culturas o estilos de vida, y aplicar el que mejor se adapte a la situación.
Confieso que al haber tenido a mi hijos aquí y no haber vivido el rol de madre en México, hace que me falte sentir en propia piel el rol de una mamá mexicana moderna, sus preocupaciones, su rutina diaria, sus rituales. Sólo tengo la fuente que son mis recuerdos, mi madre, mi abuela y mis tías, pero de eso hace más de treinta años y sospecho que las cosas deben haber cambiado mucho desde entonces.
Como es la típica mamá alemana?
A decir verdad me irritan las generalizaciones, pero tengo aquí que recurrir a un arquetipo para poder describirlas un poco, perdonen de antemano por la cantidad de excepciones que confirmarán lo absurdo de la regla.
Una madre alemana generalmente es muy organizada en cuanto a horarios. Hay horarios para comer, para ir a la cama, para lavarse los dientes para ir a la escuela, para hacer los deberes, para mirar la televisión. Todo tiene su tiempo y su orden. Si los niños desean encontrarse para jugar, ella sacará el calendario y hará una cita. Son perfectas administradoras de su tiempo y el de su familia.
Si llueve o hay nieve afuera, no importa, ella saldrá invariablemente con el niño a pasear en su cochecito, perfectamente abrigada para el caso, a la hora que ella tenía planeado para ello.
Normalmente parten de la idea de que los niños deben experimentar para aprender por sí solos, y tienden a educar a los hijos de manera muy independiente, desde chiquitos aprenden a decidir por si mismos y a hacer cosas solos sin necesitar permiso para ello.
No es raro que chicos de 14-15 años ya quieran vivir solos, y con máximo 18 ya están fuera de la casa materna. No suelen ser muy expresivas para demostrar el afecto, y en algunos casos los hijos llaman a sus padres por el nombre y no por mamá o papá. De hecho a mi cuñada le incomoda que sus sobrinos le llamen tía, prefiere que le llamen por su nombre de pila.
En cuanto a la educación sexual de los hijos, son muy liberales y las chicas recibirán la píldora en cuanto lo soliciten, y las parejas de los hijos e hijas adolescentes ya suelen quedarse a pasar la noche.
La televisión es un objeto que suele estar mal visto en la crianza. Admitir que los crios pasan algún tiempo mirando televisión es políticamente incorrecto, -aunque todo el mundo la usa-, situación que todavía no alcanza a los juegos de video o el internet.
Como mamá Mexalita, he aprendido a tomar del país anfitrión lo que a mi me parece práctico y conveniente, digamos que he hecho algo como " a la tierra que fueres, haz lo que te conviniere" ... En mi caso también he comprobado que los horarios son prácticos y facilitan muchísimo la rutina familiar, y mis hijos tienen una hora fija para ir a la cama y hacer los deberes, por ello tienen permiso en las vacaciones de hacer lo que se les dé la gana con el horario y desayunar en pijama.
Tengo que confesar que como mamá venida un de país cálido, tengo la tendencia de querer abrigar demasiado a mis hijos en invierno; hasta ahora no se quedan a dormir en otra casa a menos que sean de la familia o de amigos muy cercanos y no suelo dejarlos ir a jugar a casa de otros niños cuando no conoco a sus padres, prefiero que vengan ellos primero a la mía y después veremos. Mis amigas alemanas dicen que soy una exagerada, pero para mí eso es un cuidado normal.
Confieso que me cuesta mucho trabajo salir a caminar o llevarlos al parque cuando esta diluviando, para mí los días de lluvia eran de hacer galletas y quedarse en casa, pero en el norte alemán eso puede llevar a problemas serios de peso, así que mejor nos vamos a la piscina pública, biblioteca o parque infantil cerrado.
Para que vean las diferencias culturales que pueden haber a la hora de la convivencia, les cuento el siguiente ejemplo:
Sebastian, recibió una invitación de Jonas -ambos de cinco años- para su fiesta de cumpleaños. Sebastian no desea ir a la fiesta y no quiere jugar más con Jonas, ya que casi siempre se pelean y no le presta sus juguetes.
La madre alemana llamará a la madre de Jonas y le dará las gracias por la invitación pero que su hijo no desea acudir a la fiesta y que se siente hostigado.
La madre latina le dirá a su hijo: no seas ridículo, te esta invitando a su fiesta de cumple y él vino a la tuya, así que tienes compromiso y vas a ir. O si lo toma más light, pues llamará a la madre de Jonas y dirá que, qué pena , que ya tienen un compromiso, pero que igual otro día le llevará un regalito.
Las madres alemanas no educan a sus hijos para quedar bien con los demás, sino para que digan lo que piensan, asi como va, desde pequeños. Una madre latina pensará que lo cortés no quita lo valiente y tratará de que los hijos hagan valer su opinión, sin perder su habilidad o tacto en cuanto a las leyes de convivencia.
Como mamá mexalita, además de hacer todo lo normal que hace cualquier mamá en cualquier sitio del mundo, trato de darles también su parte de la herencia cultural que por su sangre mexica les corresponde, y eso ha significado entre otras cosas, celebrar las tradiciones mexicanas aqui tambien en tierras germanas. Así, en nuestra casa no faltan las piñatas ni las mañanitas en los cumpleaños, la rosca de reyes el seis de enero, la tamalada el día de la candelaria, el cuento en español antes de ir a la cama, el cocinarles platillos típicos, mi hijo adora las quesadillas con tortillas de harina y los frijoles refritos. Aún no los acostumbro al picante pero creo que eso vendrá solito cuando estén mayorcitos.
Una parte sumamente importante de esa herencia es el idioma y trato de que mis hijos lo aprendan lo mejor posible y que desarrollen un nexo emocional con el mismo. Sé que está funcionado cuando mi hijo dice que su selección favorita de fútbol es la mexicana a pesar de que vivimos aquí y las oportunidades de ver al TRI son mínimas.
Recientemente fuimos al circo y empezaron a tocar en un número la marcha de Zacatecas, al reconocer la canción, que me paro espontáneamente en el publico y grito: VIVA MEXICO! y el nene que espontaneamente me secunda y también pega el grito...Me emocioné tanto que ya casi grito "VIVA M´IJO!".
Claro que ello implica algo de trabajo extra que una madre mexicana viviendo en México no lo tiene. Ella puede comprar la piñata en una tienda y los libros en la librería más cercana y los ingredientes para las quesadillas y el pozole en el mercado, los trajes típicos y todo lo que necesite a la vuelta de su casa.
Esa segunda identidad cultural que los hijos adquieren es un tesoro que les servirá enormemente en la edad adulta, para entender mejor la diversidad cultural y como herramienta de trabajo en el mercado laboral. Ellos aprenderán lo que vean de una: si perciben que estamos orgullosas de nuestras raíces y que compartimos la grandeza de México con otras personas, nuestra cultura, nuesta cocina, nuestro idioma, ellos se sentirán también orgullosos y amarán a nuestro país y lo más importante: lo sentirán propio.
Nosotras madres migrantes, somos sin quererlo embajadoras de nuestro país en la propia casa.
Un abrazo
Mama Mexalita