Estando en el final de mis treintas, antesala de los cuarentas, siento desde hace algunos meses una revolución interior. En la mitad de la vida, me cuestiono con preguntas fundamentales, que nunca he dejado de hacerme, pero que en este momento tienen otras respuestas que las que tenían hace algún tiempo. Estoy mirando hacia adentro.
Una pregunta fundamental es la misión que me trajo a este mundo. Partiendo de la convicción de que todo, absolutamente todo ser en esta Tierra está aquí por un propósito - los básicos son el aprendizaje y el crecimiento interior- . Tomando como modelo a la naturaleza, donde todo lo existente desempeña una función, cada microorganismo es importante, cada hongo, cada bacteria, hasta el humilde gusano de tierra y la laboriosa abeja son criaturas irremplazables para nuestro ecosistema. Nada está de más en la Tierra. Nosotros tampoco.
Estamos llenos de capacidades y talentos, pero el que Rosa sea buena para las matemáticas o que Roberto dibuje excelente no significa que esa sea la misión de sus vidas. Creo que nadie sueña de pequeño con ser contador, o administrador de empresas. En la niñez soñamos con cosas simples y tangibles como ser bombero, doctor, bailarina, constructor, gimnastas y héroes deportivos. Después la vida nos obliga a elegir caminos diferentes, una carrera, oficio o profesión que si bien a muchos no
nos quita el sueño, pero nos da de comer.
Hay personas que desde pequeños tuvieron la visión o la inspiración de saber que es lo que querían hacer. Rafael es médico y desde pequeño nunca quiso ser otra cosa, ni siquiera en juegos. Èl no podría imaginarse desempeñando otro oficio, aunque es un tipo inteligente que bien podría desempeñarse en otros ámbitos sin ningún problema. Èl quiere sanar a las personas y para ello se ha preparado más de quince años y continúa haciéndolo. Vive comprometido con la profesion que eligió, o que lo eligió a él. Cabe mencionar que viene de una familia de médicos, el padre, el tío y el abuelo tambien dedicaron su vida a la medicina.
Cuando una persona se dedica a su talento, y lo cultiva a lo largo de su vida para llevarlo al grado de maestría, esa persona trasciende y genera un círculo de energía creativa, que pone esa energía a fluír y permea a otros seres humanos. Ejemplos hay muchos, grandes escritores, pintores, músicos, empresarios que han logrado hacer de un pasatiempo un modo de ganarse la vida.
Sin embargo también existen personas que se dedican a un oficio y aunque son buenos no llegan nunca a paladear las mieles del éxito. Porqué?
Existe una diferencia entre misión, talento y habilidades. Pongamos un ejemplo: Ana es empleada bancaria y se dedica en su tiempo libre a la reposteria y la cocina, como un hobbie. En el banco es una empleada con rendimiento promedio, no es que le apasione su trabajo, pero éste le financia su estilo de vida y su pasión que es la alta cocina.
Tim es chef de cocina. Terminó la preparatoria y vió que le gustaba mucho cocinar y experimentar con sabores y se decidió por el oficio de cocinero, aprendió los secretos del oficio en un restaurante-escuela por tres años. Tim vió que podría aprender mucho más y ahorraba de su sueldo para pagarse cursos y hacer viajes gastronómicos a lugares exóticos donde pudo aprender muchísmo de la gatronomía local y la preparación de platillos. Tim empezó a crear sus propias recetas, ha escrito libros de cocina, abrió un restaurant en su ciudad, que siempre está a reventar y hoy es uno de los Chefs más reconocidos de su país. Tim le ha concedido a su talento la posibilidad de fluír y eso ha traído prosperidad a su vida.
Ana tiene definitivamente madera para poder alcanzar, si trabaja con dedicación, el nivel de Tim, pero ella siente que no puede darse el lujo de experimentar. Está muy ocupada en sobrevivir, tiene muchas cuentas que pagar y la responsabilidad de llevar un hogar. Por ello seguirá trabajando en un banco, y cocinando como un hobby. Y el talento que posee, se quedará solamente al nivel de una habilidad.
Una buena amiga mía dice que al dedicarnos al talento verdadero que Dios nos obsequió, descubrimos la plenitud de crear y recibimos a cambio un tesoro enorme, no sólo material. Al dedicar nuestra vida a una habilidad, sólo recibimos migajas de lo que realmente obtendríamos si eligiéramos cultivar nuestro talento real. Lo triste es que la mayoría de las personas se decantan por una habilidad y en base a ella se trabaja toda una vida, en casos extremos con resultados fatales: stress, burn out, depresiones y una profunda desmotivación. Hacer lo que nos gusta o para lo que estamos creados es medicina para el alma e incluso es bueno para la salud.
Cómo identificarlo
Un talento es algo que haces muy bien, que fluye por si sólo y sin necesidad de forzarlo. Es un don que ya se trae y es muy difícil adquirirlo a base de estudio o práctica.
La voz en cada ser humano es única e irrepetible, nadie tiene el mismo timbre. Un estudio de canto puede hacer que un alumno mejore su registro vocal, y el uso que hace de su voz, entrenarse para poder hacer vocalmente lo que se le antoje. Pero no puede hacer que el cantante transmita y provoque sentimientos a través de su voz, eso es un regalo que ya se trae.
Por otra parte, el talento esta emparentado con trabajo y dedicación, es como un diamante en bruto que habrá que pulir. Nadie duda del talento de David Garret. , violinista alemán, pero es claro que por más talentoso que él sea, no se llega al nivel de virtuosidad que éste posee sin practicar mínimo cinco horas diarias por muchos, muchos años.
Hay talentos que son tan grandiosos que se convierten en la misión de nuestras vidas. Grandes músicos como Beethoven y Tschaikowsky nos dejaron su música como un legado y una inspiración. Su mision fué despertar sentimientos con su música. Ésta tiene la capacidad de despertar estados creativos, de sanar espíritus lastimados, o simplemente concedernos un rato de vacaciones en el caribe sin movernos de casa.
La mitad de la vida es un gran momento para preguntarse, si vivo mi misión y lo que hago con mis talentos. Está claro que hoy en día eligiría una profesión muy diferente a la que elegí hace veinte años. No es que esté mal, me dió mucho en su tiempo, pero ésta ya no llena mi alma y como dijo mi amiga T., "Hacer lo que nos gusta no tiene precio" y no debería de ser un lujo, le agregaría yo.
Te dejo por hoy con la ambición de que esto te sirva de inspiración para rescatar el tesoro que vive dentro de tí....saca pico y pala y compártelo con el mundo!
Un abrazo lleno de energía creadora
Paloma
.